Los neumáticos son al coche lo que los zapatos a las personas: es el único elemento del coche que está en contacto con el asfalto
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Por lo que, en el caso de los vehículos, si no están en buen estado, pueden llegar a comprometer muy seriamente la seguridad en marcha. Así pues, resulta de vital importancia revisar los neumáticos regularmente para evitar sorpresas. No hay que cambiarlos únicamente cuando se sufre un pinchazo irreparable, también hay que hacerlo cuando presentan daños, han superado el límite de desgaste o, simplemente, han envejecido.
Según el Real Club Automóvil de España (RACE), es conveniente comprobar la presión de los neumáticos de forma habitual, al menos una vez al mes, por lo que se puede aprovechar ese momento para inspeccionar su estado general. Se trata de observar –y medir si se considera por desgaste- la profundidad del dibujo, comprobar el estado de la banda de rodadura y advertir de la existencia de cualquier deterioro en los flancos. Esta sencilla acción puede alargar la vida del producto, tal y como señalan los expertos de Michelin que hemos consultado.
A menos dibujo mayor riesgo de aquaplanning
Según la normativa, el dibujo del neumático no puede ser inferior a 1,6 milímetros, aun así, lo más recomendable es cambiarlos cuando la profundidad es inferior a 3 milímetros, puesto que la función de drenaje del agua en calzadas mojadas queda ya mermada por debajo de esa profundidad, con lo que aumenta el riesgo de sufrir aquaplanning. El aquaplanning es un fenómeno que se produce a elevada velocidad y sobre calzada mojada cuando el neumático es incapaz de evacuar la película de agua sobre la que pisa a causa del poco dibujo de la rueda y de la cantidad de agua que debe evacuar. El resultado es que el coche “desliza” sobre la película de agua y se pierde el agarre sobre el asfalto y la direccionalidad
Además de comprobar la profundidad del dibujo, es necesario determinar la existencia de un desgaste desigual de la banda de rodadura. De ser así, significa que o bien la presión es inadecuada o bien que el coche tiene un problema de desequilibrio que puede ser debido al irregular desgaste de los amortiguadores, a problemas en la transmisión o a la alineación de las ruedas. Normalmente si el desgaste se detecta sólo en uno de los extremos de la banda de rodadura (ya sea el interior o el exterior) se debe a que la rueda está desequilibrada o mal alineada; si es en ambos, todo apunta a que las gomas no tienen la presión correcta; y si es en toda la superficie central, el problema es que los neumáticos tienen más presión de la que necesitan.
En ocasiones, los neumáticos pueden dañarse cuando chocamos contra un bordillo o pasamos por encima de un objeto puntiagudo. En el caso de que inspeccionéis el calzado de vuestro coche y veáis cualquier bulto, corte, perforación o deformación, es necesario que acudáis a un especialista que determine si el problema puede repararse o si hay que proceder al reemplazo de la goma.
Vigilar el paso de los años
Cuando hacemos muy pocos kilómetros con nuestro coche, el dibujo de los neumáticos tiene una duración mayor pero eso no significa que no deban cambiarse ya que los neumáticos envejecen y muestran signos de fatiga que se traducen en una pérdida de agarre. Normalmente, se endurecen y pierden sus propiedades de elasticidad y adherencia. No existe una fórmula magistral que pueda predecir exactamente la vida útil del producto, ya que existen múltiples factores que afectan a su longevidad como las temperaturas ambientales extremas, el mantenimiento que reciben, la carga que soportan, la velocidad a la que circulan o la presión que llevan. En el momento en que se identifica su deterioro, se debe acudir a un experto.
Hay veces que, pese al paso del tiempo, los neumáticos parecen estar en buen estado, pero Michelin recomienda que cuando se han utilizado durante más de cinco años es conveniente revisarlos en profundidad anualmente. Asimismo, como medida de precaución, aconseja sustituirlos en el caso de que no se hayan cambiado en una década desde su fecha de fabricación.
Factores que influyen en la elección
La elección del calzado más adecuado para el vehículo debe realizarse en base a tres consideraciones: la dimensión o medida del neumático, las condiciones meteorológicas del lugar por el que se va a circular de forma habitual y el tipo de conducción que se realizará. No es lo mismo comprar unos neumáticos para un Land Rover Discovery que circulará asiduamente por las pistas de los Pirineos que hacerlo para un Porsche 911 Carrera que saldrá de paseo los fines de semana por carreteras secundarias reviradas de Andalucía y acabará haciendo una tanda en el Circuito de Jerez.
La ficha técnica del vehículo indica exactamente qué medidas de neumáticos podemos montar en el coche. En el caso de los 4×4, Michelin recomienda elegir el mismo neumático para las cuatro ruedas (marca, dimensión, dibujo, índice de carga y código de velocidad), a no ser que el fabricante automovilístico autorice medidas diferentes en el eje delantero y trasero, algo que suele venir reflejado en la ficha técnica del vehículo.
Gomas específicas para climas extremos
El clima es un factor a tener en cuenta cuando elegimos el neumático, que puede ser especial de verano, invierno o para todo el año. Según todos los especialistas consultados sobre el mantenimiento del automóvil, la razón por la que se distinguen estas tipologías es la temperatura, que afecta al agarre: “con los de neumáticos de invierno el coche se adhiere perfectamente a la carretera cuando hace frío, ya que su compuesto de caucho, más blando, permanece flexible con las bajas temperaturas.
La eficacia de las gomas invernales es muy buena con el pavimento mojado pues su dibujo específico y la considerable profundidad del mismo en la banda de rodadura favorecen la evacuación del agua. Asimismo, ofrecen una mayor capacidad de tracción sobre nieve y hielo.
Los modelos convencionales (también conocidos como neumáticos de verano) pueden utilizarse si el termómetro marca al menos 7 grados; por debajo de esta cifra, su rendimiento se degrada notablemente. Fabricados con caucho más duro ofrecen una mayor adherencia cuando hace calor. Los mixtos, por su parte, pueden utilizarse todo el año mientras las temperaturas no sean extremas, aunque su desgaste es mayor que el de los productos específicos de cada estación. En los últimos años ha aumentado la oferta de neumáticos para todo el año que te permiten conducir, incluso, sobre nieve sin utilizar cadenas.
Por último, en el momento de elegir un neumático hay que considerar por dónde vamos a circular: si por asfalto, tierra o ambos. Y en cada caso, debemos prever si circularemos mayoritariamente por ciudad, autopista, circuito, pistas forestales…
Artículo extraído de:
Coches.net
Foto por:
Serjan Midili